Este es un espacio creado para acoger la vulnerabilidad de lo humano en todas sus dimensiones.
La creación de espacio para recordarme surgió orgánicamente, como habitualmente pasa cuando estamos conectadas al flujo de la vida. Y fue un reflejo del proceso interno que yo venía elaborando des de muchos años atrás.
Mi intención y energía se pusieron a disposición de poder generar un espacio seguro y cálido, un útero simbólico, como el que yo misma había necesitado, dónde lo vulnerable que nos caracteriza como humanos pueda expresarse y ser mirado y acogido con amor.
Un espacio en el que poder acompañar personas en sus caminares hacia adentro. Un lugar dónde descansar del juicio, de lo que está bien y lo que está mal. Un espacio en el que no hay error ni castigo solo desarrollo y aprendizaje.
Este espacio fue creado para poder estar y ser, sin exigencia ni deber.
La propia construcción del espacio fue un reflejo de su sentido mismo. La motivación y energía inicial sé vio desplazada por diferentes situaciones que tuve que ir transitando: dificultades, inconvenientes, sorpresas, soluciones, miedo, cansancio, desesperación, ilusión, regalos, rendición, ayudas…
La vida se presentó con todas sus formas para acompañar el nacimiento de este proyecto. Y para recordar el sentido del mismo. Poder abrazar y transitar todo lo que viene junto con la vida, sin renuncias ni cambios.
Esa fue la intención, así se creó y así es a día de hoy. Un espacio seguro dedicado al cuidado, a la nutrición interna, al sostén en la forma que cada persona necesita. en el que hay permiso para que la vida se exprese a través de todas sus manifestaciones: la alegría, la tristeza, la confusión, el amor, la desgana, el miedo, la serenidad, el sin sentido, el coraje, la duda, el desamor, la desesperación, la fuerza, la claridad, la rabia, la cobardía, la defensa, la carencia, la abundancia, el poder, la vergüenza, el odio, la pasión…